La gestión de las emociones se define como la forma de ser más conscientes de lo que sentimos, identificar los sentimientos, aceptarlos y moderar nuestra respuesta.
Las emociones no son ni buenas ni malas son solo emociones y cada una tiene un propósito. “Por ejemplo; el miedo nos moviliza a la acción y a la protección. En este sentido, cada emoción tiene una competencia adaptativa, necesaria para asumir las situaciones externas y explorar en los recursos personales que se tienen en beneficio de nuestra salud emocional.
Reconocer las emociones e identificar la forma en la que reaccionamos desde los campos fisiológico (respuesta del organismo), cognitivo (pensamientos) y conductual (formas de actuar).
Afianzar el autoconocimiento emocional es aprender a identificar las emociones que has sentido con mayor intensidad. Compartirlas en familia y reflexionar sobre la forma en las que se han externalizado es útil para aprender a gestionarlas.
Focalizar la atención en los pensamientos positivos, validar las acciones que cada uno realiza en beneficio de la convivencia familiar.
Establecer en familia las estrategias que pueden abordar cuando se generen situaciones de tensión emocional. Por ejemplo: señalen cuáles son las situaciones que generan conflicto en el hogar (labores domésticas, cuidado de los niños, economía familiar, entre otras) y concilien acuerdos para distribuir tareas, confirmando que cada uno tiene claridad en el desarrollo de estas, que la distribución sea equitativa y se asignen de acuerdo con las capacidades de cada uno. Sentir que todos aportan fortalece la armonía familiar.
Promover la comunicación asertiva: es importante enseñarles a los hijos que podemos expresar nuestras diferencias con respeto. De ahí la importancia de saber comunicar lo que sentimos.
Área de Psicopedagogía