Como padres deseamos que la vida de nuestros hijos esté rodeada de momentos de felicidad y satisfacción, queremos que no sufran, que no pasen por acontecimientos que les pueda causar dolor.

Este miedo, nos hace muchas veces adoptar una actitud sobreprotectora con el objetivo de evitar que experimenten emociones desagradables. Sin embargo, es importante tomar consciencia de en lugar de ayudarlos estamos interfiriendo en su proceso de aprendizaje de destrezas y habilidades de afronte a situaciones adversas, las cuales a su vez desarrollan la capacidad para tolerar las desilusiones, contrariedades y decepciones propias de la vida y también afrontar las tareas y obligaciones que requieren esfuerzo.

Cuando los educamos acostumbrándolos a conseguir todo lo que quieren, nuestros hijos acaban por no soportar la frustración y esto conlleva a que crezcan sin aprender el valor de la motivación intrínseca y autodisciplina para conseguir los objetivos. Además, la frustración favorece a que puedan comprender que el mundo no gira exclusivamente en torno a su ego y para enseñarles el respeto hacia los demás.

¿Qué podemos hacer como padres?

– Aceptar que la frustración es un sentimiento normal durante el desarrollo infantil y que hará emerger ciertas respuestas a nivel conductual (rabietas, berrinches, conductas oposicionistas, etc.) Es aquí donde el adulto debe mantener la calma para ser capaz de tolerar ello, sin negarle el apoyo, ni castigarle.

– La familia es el mejor contexto para aprender a tolerar la frustración. El Doctor en Psicología de la Salud y neuropsicólogo Álvaro Bilbao expresa a este respecto que «los niños aprenden a regular sus emociones, el enfado, la ira, la frustración, y a expresar esas emociones a través de los modelos que ven en sus padres. Si cuando nuestro hijo está enrabietado nosotros nos enrabietamos con él, pues él aprende que cuando uno se frustra se enrabieta. Si cuando nuestro hijo se equivoca nosotros nos enfadamos, pues el niño aprende que las equivocaciones son un desastre y, por lo tanto, va a dramatizar más»

– Enseñarles a prestar atención al proceso de lograr un objetivo, valorando el esfuerzo y no solo centrándose en el resultado.

– Desarrollar y construir una buena autoestima desde pequeños. Es imprescindible que se potencien las habilidades emocionales de los hijos, enseñándoles a reconocer las emociones en sí mismos o en otros, expresándolas, aceptándolas, comprendiéndolas, regulándolas, empatizando y aprendiendo a remontar la frustración.

Equipo de Psicopedagogía.

–  Se adjunta documento explicativo: “LA FRUSTRACIÓN, UNA OPORTUNIDAD DE APRENDIZAJE”

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