Una crisis puede desestabilizarnos y abocarnos a un cambio inesperado. Pero también constituye una gran oportunidad para crecer y redireccionar nuestra vida.
La aparición de una pandemia, una enfermedad repentina, dificultades en el interior de nuestra familia, problemas en nuestras relaciones, etc. Son innumerables las situaciones en que la vida nos sorprende, nos golpea tirando por tierra los planes y expectativas que habíamos construido. Sin embargo, está en nuestra mano hacer de cada crisis una nueva oportunidad para crecer y reinventarnos.
No podemos evitar que nos ocurran imprevistos. Tratar de tener el control de todo lo que acontece terminará desgastándonos y sumiéndonos en la rigidez y la infelicidad. Los eventos suceden, incluso aquellos que consideramos negativos. Pero la decisión de tomarlos como un fracaso o como un reto es solo nuestra.
Se puede definir una crisis como una situación difícil y decisiva que pone en peligro el progreso de un asunto. Es decir, cuando esta aparece, la realidad tal y como la conocemos se tambalea. Lo que creíamos saber ya no sirve, aquello que dábamos por sentado, puede dejar de estar disponible.
Se trata, sin duda, de un cambio significativo que puede hacer entrar en pánico a aquellos amantes de la rutina y lo familiar. Hay quien, ante estos eventos, ve sobrepasadas sus capacidades para hacer frente a la situación y comienza a padecer un estrés importante. Siente realmente que las nuevas exigencias del medio están muy por encima de su capacidad de reacción, por lo que puede terminar angustiado y paralizado.
Una crisis puede suponer el fin de una era, de una etapa vital, de un vínculo emocional importante. Y dado que los seres humanos tendemos a aferrarnos a lo conocido, a lo que conforma nuestra identidad, el golpe puede ser duro. Sin embargo, únicamente necesitamos abrir la mente y adoptar una perspectiva diferente, que nos permita sacar de la crisis algo positivo.
Una crisis no tiene por qué suponer, necesariamente, un acontecimiento negativo y angustioso. Si lo deseas, puede ser el inicio de una nueva oportunidad. A continuación, encontrarás algunas recomendaciones para lograrlo:
· Acepta lo que está ocurriendo o lo que ha ocurrido. No te resistas, no te estanques en la frustración de que las cosas no están saliendo como planeaste, no fuerces las situaciones. Acepta lo que es y fluye con ello, no siempre tenemos el control y eso está bien.
· Permítete sentir todo aquello que te genere la crisis. Mira de frente a tu dolor, a tu tristeza, a tu ira y a tu rabia. La única manera de superar un sentimiento doloroso es atravesándolo, no dando un rodeo o negando la presencia de esa emoción.
· Controla tus pensamientos. Una cosa es permitirte sentir y otra es alimentar y acrecentar una emoción negativa a base de creencias distorsionadas. Cuida que tu diálogo interior no consista en reproches hacia ti mismo, hacia otra persona o hacia la vida en general. Por el contrario, genera deliberadamente pensamientos positivos, que hablen de que eres fuerte, valioso y capaz y de que el mundo es un lugar agradable y lleno de oportunidades.
· Extrae un aprendizaje o una enseñanza de la crisis que estás atravesando. Estos periodos son el momento idóneo para realizar una introspección y conocernos mejor a nosotros mismos. Seguro que esta situación te ayuda a clarificar lo que quieres, lo que deseas lograr, así como lo que no estás dispuesto a volver a soportar o la forma en que debes actuar para que esto no vuelva a ocurrir.
· Empieza de nuevo. Cuando algo se termina, siempre es el inicio de algo mejor. No tengas miedo de dejar en el pasado lo que ya fue y enfocarte en construir lo que deseas ver en tu futuro. No temas volver a empezar: recuerda que ya no comienzas desde cero, lo haces desde la experiencia.
· Por último, confía en el proceso. Mantén la certeza de que lo que ha ocurrido, ha sido para tu propio bien. No renuncies a tu sueño de creer que harás las cosas mejor que antes y que lograrás lo que anhelas Por el contrario, comprende que esta crisis vino a enseñarte a hacer las cosas de otra manera, a entender que lo que antes tenías no era lo mejor para ti o que mereces algo más sano y verdadero.
Equipo de Psicopedagogía